guitarra

/Juan Moreau Tamayo
¡Guitarra, guitarra mía, tienes cuerpo de mujer!
Ya lo dijo algún poeta, pero tienes mucho más:
tienes bordón, tienes prima, y otras cuatro hermosas cuerdas;
yo diría que tienes alma, si yo en el alma creyera;
pero te faltan las manos, dos manos hermosas, diestras
que sepan sacar sonidos a tus alineadas cuerdas:
sonidos de risa y llanto, sonidos de primavera,
sonidos de sentimiento, de sueños y de quimeras.
¡Cuánto daría, guitarra porque mis manos pudieran
expresar con tus sonidos todo cuanto yo sintiera!
Cuando te escucho guitarra tu música me transporta
a la gloria, yo diría, si yo en la gloria creyera.
Si creyera en los milagros, un milagro pediría:
que te crecieran dos manos y a tu lado me pondría
pidiéndote que tocaras, que tocaras noche y día.
Te contaría mis penas, mis soñadas ilusiones,
mis tristezas y alegrías y mientras yo las contaba
tú las interpretarías. Pero qué digo, guitarra…
esto es solo una utopía; ni a ti te crecerán manos
ni te servirán las mías, si no te escucho, guitarra…
qué pena, guitarra mía.
¡Estás sonando, guitarra! Escucho tu melodía,
no puedes tocar tú sola… ¿Qué es esta locura mía
que me estás haciendo creer que es posible esta utopía?
¡Vaya! Si llegó tu dueño, y al sentir sus manos vibras,
arrancándote sonidos de emoción y de alegría;
cuando esas manos te tocan, te acarician y te miman.
¡Qué coqueta eres guitarra, por algo eres femenina!
Sigue tocando, guitarra, suena mi guitarra amiga.
yo te seguiré escuchando y tú me acompañarías
por eso canto un fandango:
Pasé la vida soñando, quien me lo iba a decir,
una guitarra sonando, acompañándome a mí
mientras canto este fandango.